Cinco mitos sobre la burbuja de startups (y cómo combatirlos)

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Es un debate recurrente. Tan recurrente que, en ocasiones, incluso acaba siendo cansino. ¿Hay burbuja en el sector tecnológico español? ¿Y en el global? ¿Se paga demasiado por las startups? ¿Están más obsesionadas por levantar rondas de financiación que por construir empresas rentables y sostenibles?

Hemos querido derribar (o al menos contrarrestar) algunos de los mitos que circulan en torno a las startups tecnológicas. Si vuelves a encontrarte con las típicas frases que apuntan a una posible burbuja, puedes combatirlas con estos argumentos:

1.- “Sólo buscan financiación”

Es uno de los argumentos más esgrimidos contra las startups: sólo buscan más y más financiación, no se preocupan de construir empresas rentables que vayan más allá y que conserven su independencia financiera.

En contra de este argumento podemos hablar de multitud de startups que, aparte de que consigan rondas de financiación, son totalmente rentables: Habitissimo (+22.344€), Fever (+105.177€) o Social Point (+13,5M€) son sólo algunos ejemplos de compañías que recientemente han recibido financiación o han sido compradas con números a su favor en las últimas cuentas presentadas en el Registro Mercantil, las de 2015.

En cualquier caso, hagamos un esfuerzo y ‘compremos’ el argumento de que las startups sólo buscasen levantar financiación en detrimento de luchar por su propia rentabilidad. No seamos hipócritas: cada sector tiene su modelo de negocio, y en internet, donde los modelos de rentabilidad van cambiando y donde a menudo sólo hay hueco para el primer y mejor player, el objetivo básico de una startup en sus primeros años no tiene por qué consistir en ser rentable, sino en posicionarse dentro de su mercado de clientes/usuarios. Una vez posicionada, llegará el momento de (intentar) hacerla rentable.

Quizá el ejemplo más claro en este sentido es el de Youtube. Todos podemos tener la memoria un poco frágil, pero, ¿recordamos cuando Google pagó por ella más de 1.300 millones de euros en 2006? ¿Recordamos la barbaridad de dinero que nos pareció aquello por aquel entonces? ¿Recordamos los argumentos de la época? Que si era una salvajada, que si el precio de Youtube estaba inflado, que si era imposible hacer rentable eso, que si ya estaba Google tirando el dinero en empresas que no daban un duro… Nada de eso importa ahora: Youtube es rentable desde 2011… y su rentabilidad aumenta cada día que pasa.

2.- “Los precios están sobrevalorados”

Este argumento tampoco es nuevo. Ya se dijo con Youtube, con Tuenti… y se seguirá diciendo, seguramente, hasta el final de los días. Las valoraciones de las startups y los precios que sus compradores pagan por ellas, según la opinión de muchos, están muy por encima de su valor real.

En realidad este argumento tiene muy fácil respuesta: una compañía vale exactamente lo que su comprador decide pagar por ella. Ni más ni menos. Las valoraciones objetivas pueden servirnos como punto de partida para empezar a hablar, pero casi nunca acaban siendo el argumento definitivo.

Y es que, incluso aunque se pague por una startup más de lo que pueda llegar a valer, siempre hay que tener en cuenta otros condicionantes. Imaginemos que Youtube no fuera rentable: ¿acaso Google podía permitirse no tener en su haber un portal de vídeos con ese potencial? ¿Acaso, tras el mediano de fracaso de Google Videos, no necesitaba tener un portal que sí fuera el claro dominador del sector?

Vayámonos a un ejemplo patrio: Wallapop. En su momento se llegó a decir que podría valer en torno al billón de dólares, un precio claramente sobrevalorado si teníamos en cuenta que, en la última ronda de financiación de aquella época, el valor real era de 219 millones. A día de hoy, sin embargo, Wallapop busca comprador por 370 millones de euros.

¿Qué factores podrían hacer que una empresa pagase por Wallapop más dinero del que aparentemente valdría de manera objetiva? Varios: la oportunidad, el peso del mercado de usuarios, la posible pérdida de influencia dentro de un sector… Imaginemos que eBay estuviera en declive o, como poco, estuviese perdiendo peso dentro de su sector (que es lo que, de hecho, está pasando): ¿no sería evidente que eBay tendría que pagar por Wallapop un precio que fuera más allá de su valoración objetiva? O si llegase Google, que de repente quisiera posicionarse en la compraventa de segunda mano, ¿no debería pagar un precio sustancial por entrar en ese sector con una de las marcas con mayor potencial?

No es el único ejemplo: Milanuncios fue vendida a Schibsted por 50 millones de euros (que en realidad podrían ser hasta 100).  ¿Acaso le quedaba otra opción a Schisbted, que pocos años antes había comprado Segundamano… y había perdido la batalla contra Milanuncios pese a contar con muchísimos más recursos? ¿Y con Tuenti? Valiese lo que valiese en términos objetivos, ¿podía dejar pasar Telefónica su última oportunidad para ofrecer un servicio tecnológico de calidad al público joven?

3.- “Sólo buscar inflar la compañía y venderla”

Si trabajas en el mundo startupero, es posible que hayas oído esta frase procedente de gente que no trabaja en el sector, o incluso de gente que sí lo hace.

Una vez más, quizá lo más importante no sea rebatir o no este argumento, sino analizar su conveniencia. Como decíamos antes, en ocasiones el mercado tecnológico no se basa tanto en construir una empresa rentable desde el principio, sino en posicionarse bien dentro de un mercado y, a posteriori, hacer rentable la compañía. En ese sentido, quizá podríamos hablar de un mercado que primero se centra en hacer crecer un activo para, después, venderlo.

¿Y? Podrá gustarnos más o menos esta práctica, pero, ¿acaso es diferente a la llevada a cabo en otros sectores? No nos engañemos: en el momento en que una compañía entran fondos de capital riesgo, ¿acaso no es obvio que se buscará multiplicar la inversión? A todos nos encantan las empresas que desde el principio construyen una base sólida de ingresos, gastos y empleados, pero, ¿acaso es ilegal el otro modelo? Podrá gustarnos más o menos, pero, ¿acaso no es lícito?

Una vez más, no nos engañemos: la misión de un fondo de capital riesgo, por norma general, es coger un activo, hacerlo crecer, revalorizarlo y después venderlo. Si a una compañía no le gusta ese modelo, siempre podrá optar por crecer por sus propios medios, pero, ¿es criticable esa práctica? Si se ha llevado a cabo durante tanto tiempo (y se sigue haciendo) en mercados como el inmobiliario o el bursátil, ¿no deberíamos aceptar que el de las compañías tecnológicas también puede entrar en ese juego, más allá de que nos guste?

4.- “Levantan dinero rápido… y venden rápido”

En conexión con el argumento anterior llega este: las startups sólo buscan levantar dinero de manera rápida, crecer de manera artificial y vender a los pocos años.

Quizá podamos encontrarnos ejemplos de esto, sólo por pura estadística podría haberlos, pero conviene acudir a la generalidad para desmontar el argumento de que sea la práctica habitual. Ya lo decía el inversor Iñaki Arrola:  Atrápalo lleva 17 años, Destinia 16, eDreams 17, Fon 12, idealista 17, Privalia 11

También podemos encontrar ejemplos mucho más recientes: Social Point se ha vendido por 250 millonesdespués de nueve años de trabajo; Habitissimo se ha vendido a Homeserve… tras ocho años; Reviewpro por 26 millones… tras nueve años.

La conclusión está clara: ¿podría haber empresas levantadas de manera artificial y vendidas a las primeras de cambio? Podría. ¿Son la tónica general? En absoluto.

5.- “Se está engañando a inversores de fuera de internet”

Es uno de los argumentos más recientes: dada la burbuja que hay en las startups tecnológicas, las últimas rondas no están siendo lideradas por los inversores tradicionalmente vinculados a internet, que están huyendo despavoridos, sino por otro tipo de inversores (sobre todo los vinculados históricamente al ladrillo) que buscan nuevos sectores donde invertir y que están metiendo el dinero corriendo como pollos sin cabeza.

Es cierto que en los últimos años hemos visto a clásicos del ladrillo invirtiendo en internet: los Polanco, los Koplowitz, los Entrecanales… incluso figuras individuales como Beatriz González, Andreu Buenafuente, Sergio Ramos, Alejandro Sanz o la exministra Cristina Garmendia. Sin embargo, como todos sabemos, en la lista anterior hay de todo: inversor primerizos que aún está por ver cómo les sale la jugada, otros que han perdido su dinero y otros que no sólo parecen estar invirtiendo bien, sino que, de hecho, están sacando múltiplos más que sustanciosos.

Además, conviene fijarnos en otro asunto: cada vez hay más inversores de otros sectores invirtiendo en internet, pero no olvidemos otro factor: cada vez hay más fondos extranjeros invirtiendo en startups españolas y gigantes tecnológicos adquiriendo nuestras compañías. Los últimos ejemplos de compras e inversiones dan buena cuenta de ello.

Si sólo nos fijamos en los famosos que han invertido en startups y han fracasado, quizá podríamos decir que todos estos han sido engañados y que, por tanto, hay una burbuja evidente. Sin embargo, la realidad es mucho más amplia. Si cada vez hay más inversores (de todo tipo) en el sector tecnológico español y cada vez más fondos extranjeros acuden a las rondas de financiación de nuestras compañías, ¿no parece más lógico pensar que el sector startupero español cada vez es más maduro y, por ello, cada vez atrae más miradas?

Imagen: Unsplash (Licencia CC).

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