Por qué las startups pasan de pedir un crédito al banco… y cinco casos en los que quizá deberían hacerlo

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La mayoría de startups tecnológicas nacen con un pensamiento claro de partida: ¿Bancos? ¿Préstamos? ¿Créditos? Ni en pintura.

¿Tiene lógica ese pensamiento? Por supuesto que sí. Por dos motivos, básicamente: en primer lugar, porque quizá nos hayamos ante una generación menos bancarizada que la anterior; en segundo lugar, y mucho más importante, porque pensar que un banco tradicional querrá apoyar a una startup en sus fases iniciales es, simple y llanamente, una quimera.

Sin embargo, ¿no habremos dado demasiado por hecho que un banco nunca podrá ayudar a tu startup? Hoy te presentamos cinco situaciones en las que, quizá, te convenga más pedir un préstamo bancario que pedir financiación.

  1. ERES ESCALABLE
    Todos sabemos cuál es uno de los mayores obstáculos que pone un banco tradicional a la hora de conceder un préstamo: la incertidumbre empresarial, el riesgo y la posible falta de avales.

    Porque claro, cuando montas tu startup no sabes si serás el próximo Google o si acabarás en la más absoluta de las ruinas. Y lo malo es que cualquiera de esos dos extremos es precisamente lo que no quiere un banco: un banco quiere una empresa, sobre todo, predecible.

    Además, también es cierto que a menudo los bancos pueden resultar excesivos a la hora de pedir avales. Porque seamos claros: si tuvieras todo ese colchón económico como aval… ¿no sería mejor invertirlo directamente en tu proyecto?

    Sin embargo, quizá haya un escenario en el que sí le resultes atractivo: que no seas escalable o, al menos, que no te juegues el futuro de tu empresa al todo o nada. Aunque no factures (o factures poco), si tus previsiones pasan por algo intermedio entre no arruinarte y ser el líder del sector, si presentas unos objetivos modestos, quizá ahí sí puedas resultar interesante para un banco.

  2. ‘SÓLO’ NECESITAS UN EMPUJÓN
    Las rondas de financiación suelen ser medianamente útiles cuando, estés en la fase en la que estés, necesitas un gran espaldarazo financiero, ese que te impulse definitivamente y te haga ascender tres o cuatro peldaños.

    Si embargo, puede darse la situación de que tu empresa vaya medianamente bien y, en un momento dado, sólo necesites una pequeña ayuda financiera. Tu negocio va bien y todo está en orden, sólo necesitas una pequeña inyección. En ese caso, un banco podría ser tu mejor aliado.

  3. TU COMPAÑÍA ES SOSTENIBLE
    Relacionada con el punto anterior. Es posible que quieras comerte el mundo en cuatro días, pero también es probable que seas consciente de que todos los grandes negocios tardan muchos años en construirse.

    Si tienes esa mentalidad, quizá no tengas prisa por que tu startup reviente con todo: simplemente, te vas marcando unos objetivos modestos, humildes y, sobre todo, sostenibles. Creces de manera lenta, sí, pero también segura.

    Y eso es precisamente lo que busca un banco: una empresa que no le vaya a presentar grandes riesgos. Si es tu caso, no deseches tan pronto la posibilidad del crédito bancario.

  4. NO ERES ‘INVERTIBLE’
    Ojo, no olvidemos esto: levantar rondas de financiación es maravilloso, pero a cambio tienes que ceder acciones.

    Y, hombre, sería preocupante que, ante una buena oportunidad de financiación, lo que más te preocupe sea perder acciones, pero a ningún emprendedor se le escapan esos cálculos de la cabeza.

    Además, no olvides que un inversor esperará obtener de tu compañía un muy buen retorno: o creces de manera exponencial, o la operación no será buena para él. En definitiva, que deberás ser ‘invertible’ para seducir a un fondo.

    Sin embargo, un banco apenas te pedirá dividendos: con que le devuelvas el dinero y el interés pactado, todos contentos.

  5. ESTÁS CONSOLIDADO
    Imagínate una situación idílica: no eres nuevo en esto, sino que montaste hace tiempo tu startup y la cosa va viento en popa.

    ¿Por qué? Porque estás consolidado, te has hecho un hueco en el mercado, tu tarta va creciendo, facturas que da gusto verte… En ese caso, y teniendo en cuenta que quizá ya lleves alguna que otra ronda de financiación por el camino, es probable que te interese acudir a un banco.

    Y es que en ese caso no serás una startup sin más, sino una compañía consolidada, con un crecimiento admirable y con solvencia de sobra. En ese caso, ¿por qué no concederte un préstamo?

Imagen: Josip2 (Licencia CC).

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