Solidaridad y rentabilidad no son incompatibles: la inversión de impacto se afianza en España

Categorías: Análisis

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Tradicionalmente, el compromiso social se ha relacionado con estructuras como organizaciones no gubernamentales, fundaciones o asociaciones que recaudan fondos para luchar contra las desigualdades y los problemas sociales.

Sin embargo, existe otro tipo de aproximación que busca establecer modelos económicos sostenibles y una financiación más estable para abordar causas sociales y medioambientales. ¿Por qué excluir a emprendedores e inversores cuando tienen mucho que aportar?

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La prueba de que rentabilidad económica y compromiso social no están reñidos es la inversión de impacto, del término anglosajón impact investing, definido por primera vez en 2009 por la consultora Monitor Group (actualmente Monitor Deloitte). Se trata de la inversión de capital en startups o fondos que contribuyen a causas sociales o medioambientales, de manera que el inversor recibe, si no rentabilidad, al menos sí la devolución de su aportación.

A nivel internacional, según la Encuesta de Inversión de Impacto, publicada por la consultora J.P. Morgan en mayo, la inversión de impacto social ha alcanzado en 2015 los 60.000 millones de dólares anuales (unos 53.600 millones de euros), frente a los 46.000 del año pasado.

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La práctica, ampliamente extendida en Estados Unidos, ha echado raíces en Europa, y en España: este mes de diciembre se han reunido en Madrid los miembros de la Asociación Europea de Inversores de Impacto Social bajo el lema Distintas voces: un futuro compartido.

Entre los representantes de nuestro país se encontraba La Bolsa Social, la primera plataforma española de financiación participativa de proyectos sociales reconocida por la Comisión Nacional del Mercado de Valores el pasado mes de octubre, de acuerdo con la Ley de Fomento de la Financiación Empresarial. La norma regula la financiación participativa, tanto el crowdinvesting (inversión de capital), como el crowdlending (inversión en préstamos). La Bolsa Social
Además de tener un impacto positivo demostrable en la sociedad y/o el medio ambiente, las empresas seleccionadas por La Bolsa Social deben tener un modelo de negocio estable y potencial de crecimiento.

Durante las campañas de financiación, de entre dos y tres meses, los interesados aportan su capital y, si se alcanza el objetivo, la plataforma exigirá informes periódicos a la startup receptora para vigilar su evolución y garantizar que cumple con sus promesas en el terreno social o ambiental. Tres proyectos comenzaron su andadura en octubre: Nostoc Biotech, Utopic_US y Wake App Health.

Nostoc BiotechPero hay otros actores en nuestro país. En la fundación Ship2B también conectan a emprendedores con propuestas de alto impacto social con su comunidad de mentores e inversores. Sus fundadores Xavier Pont, Maite Fibla y Clara Navarro apuestan por poner la economía al servicio de las personas. La estrategia coincide con las del fondo de capital de riesgo Vivergi, destinado a acelerar el crecimiento de empresas sociales o medioambientales, y la de otros fondos españoles como el GAWA Microfinance Fund (gestionado por GAWA Capital) y Creas. Vivergi Social Impact FundLa red internacional de emprendedores sociales Ashoka también tiene su rama española. Esta vez se trata de una organización sin ánimo de lucro que trata de crear un ecosistema de emprendimiento social profesional y competitivo, que involucre a ciudadanos e instituciones públicas y privadas para fomentar la innovación en este ámbito.

En Ashoka definen tres tipos de objetivos: el apoyo individual a emprendedores sociales –actualmente apoya a 26 españoles−, el impulso al emprendimiento colaborativo online y la construcción de una red de inversores y startups sostenible.

Ashoka

La tendencia es al alza: según EuroSif, la inversión de impacto social en Europa creció un 131% entre 2011 y 2013, hasta alcanzar los 20.269 millones de euros. Este último año, la inversión en España fue de 87 millones.

Fotos: Pink Sherbet Photography en Flickr (Licencia Creative Commons), Sacca en Flickr (Licencia Creative Commons) y cortesía de EVPA.

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