Emprender sin mitos: diez mentiras que se cuentan a sí mismos los jóvenes emprendedores
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Cuando un emprendedor decide arrancar un nuevo proyecto de negocio, lo habitual es que lo haga con ganas. Pero, aunque el ímpetu y la ilusión sean parte del combustible necesario para que el motor de una startup funcione, pasarse con la dosis puede traer consecuencias para los fundadores. Si no mantienen los pies en el suelo y se proponen emprender en base a mitos, todo su esfuerzo puede caer en saco roto.
Una buena forma de evitar darse de bruces con la realidad cuando ya es demasiado tarde, es tener en cuenta los errores que han cometido otros para poner remedio y no creer en las mismas mentiras, basadas, muchas veces, en una visión idílica del emprendimiento. Hemos recogido algunos de esos mitos, relacionados con diferentes aspectos de las compañías y su gestión, más recurrentes en el universo de las startups.
1. LA MEJOR IDEA PARA CONSEGUIR EL ÉXITO
Para reunir el capital que necesitan, los fundadores de una empresa deben saber vender su idea de negocio a los inversores. Obviamente, se creen todas las bondades sobre su proyecto que plasman en el pitch deck: lo consideran innovador, disruptivo y con posibilidades para convertirse en un éxito absoluto y multimillonario.
Sin embargo, aunque la idea es una variable importante en la ecuación, para emprender sin mitos hay que tener en cuenta el resto de componentes y no creer en mentiras. Por muy buena que sea la base, los cimientos y el resto de la estructura de una casa determinan su solidez y su posibilidad de crecer en altura sin derrumbarse. Es decir: el trabajo del equipo, la estrategia, el modelo de negocio y la forma de desarrollar el proyecto son determinantes.
Algo similar ocurre en el caso de las perspectivas de éxito. Si bien es beneficioso pensar de forma positiva y tener esperanza, establecer como meta convertirse en el próximo Google o Facebook en unas circunstancias totalmente diferentes a las que sirvieron de caldo de cultivo a estos gigantes —es decir, lejos de Silicon Valley— es bastante irreal.
2. MÁS ALLÁ DEL PLAN DE NEGOCIO
Si la idea no es lo único que determina el avance de la empresa, confiar ciegamente en el plan de negocio tampoco es aconsejable. Aunque elaborar una hoja de ruta sirve como guía para arrancar y dar los primeros pasos en la dirección adecuada, para emprender sin mitos es necesario tener claro que el proceso de crecimiento de una startup exige flexibilidad. Tanto la evolución de la empresa como las condiciones del mercado pueden requerir un cambio, leve o drástico, en el itinerario elegido en un principio.
Por otro lado, que el plan de negocio es el único factor que seduce a los inversores también es mentira. Hay mucho más. En las primeras fases de una compañía, cuando no hay muchas cifras que avalen su potencial de crecimiento —beneficios, número de usuarios…—, los inversores se fijan mucho en el equipo fundador, el producto o servicio y en cómo funcionan otras empresas del sector. Un poco más adelante, estudiarán los indicadores cuantificables para comprobar el buen ritmo del desarrollo de la empresa.
3. EMPRENDER SIN MITOS: NO ERES EL MEJOR JEFE
Otra forma de que el entusiasmo ciegue a los fundadores de una startup parte de la creencia de que todo los miembros del equipo comparten sus mismas inquietudes, prioridades y objetivos. Pero, a medida que crece la empresa y, con ella, su plantilla, los emprendedores pueden darse cuenta de que basan sus acciones en este mito de la homogeneidad de opiniones.
Cuanto más trabajadores forman parte de la compañía, mejor tendrán que gestionar los fundadores a las personas a su cargo y lidiar con sus puntos de vista, por muy dispares que sean. Su manera de enfocar el funcionamiento de la firma puede no ser del gusto de todos los empleados, algo que implica que, quizá, algunos decidan abandonar el barco.
Los emprendedores deben ser realistas con las expectativas que manejan cuando construyen un equipo
Pero la desaparición de ciertas piezas, aunque sean especialmente valiosas, no tiene por qué significar que el puzle vaya a quedar incompleto para siempre. Los emprendedores deben ser realistas con las expectativas que manejan cuando construyen y gestionan un equipo.
4. LOS RIESGOS DE SER AMIGOS Y SOCIOS
También la composición del equipo fundador puede dar lugar a mentiras y autoengaños. A menudo, los emprendedores suelen recurrir a familiares o amigos para que les acompañen en el viaje como socios. Ya les conocen, ¿qué podría salir mal?
Sin embargo, los problemas y las posibles diferencias entre los cofundadores de una startup pueden dar lugar a conflictos internos que perjudiquen a la compañía e incluso pueden suponer el principio del fin. Y estos choques pueden resultar mucho más traumáticos cuando se trata de personas allegadas; estas relaciones pueden dificultar la consecución de acuerdos realmente objetivos y justos. Lo importante es que los miembros del equipo se complementen.
Según revela un estudio de dos investigadores de la Universidad de Harvard , lo ideal es esperar a que todas estas variables estén claras y mantener una conversación seria y exhaustiva para analizar el caso de cada socio. El análisis revela que, si alguno de los miembros del equipo fundador está descontento, su insatisfacción aumentará a medida que la empresa crece, y que lo más adecuado no es dividir las acciones de una compañía equitativamente, sino evaluar el porcentaje que realmente le corresponde a cada socio.
5. EL MITO DEL SUPEREMPRENDEDOR
Lógicamente, los fundadores de una startup ponen todo de su parte para que su proyecto salga adelante: desde capital y recursos de todo tipo, hasta sudor y lágrimas. Se sienten responsables de la empresa y de su éxito, por lo que, muchas veces, echan toda la carga sobre sus hombros en la creencia de que son lo suficientemente fuertes para sostener un peso cada vez mayor.
En su estudio El trono vs. el reinado, el profesor de la Universidad de Harvard Noam Wasserman explica cómo la valoración de la empresa afecta a la forma más adecuada de dirigirla. A medida que la startup aumenta de tamaño, llega un punto en que su fundador o fundadores se encuentran ante una encrucijada en la que tienen que elegir entre seguir creciendo a buen ritmo o mantener el control sobre todo lo que pasa en el seno de la compañía.
Así, no requiere las mismas habilidades fundar una firma y levantar las primeras rondas de unos pocos ceros, que gestionar una compañía valorada en cientos de millones. Las empresas más grandes exigen una gestión más compleja debido a que todos los procesos implican a cada vez más actores y afectan a más clientes. Es por eso que los fundadores deben evitar creer en el mito de que son todopoderosos, saber delegar y rodearse de aquellas personas que puedan complementar sus capacidades.
6. OJO CON LA COMPETENCIA
Las startups suelen lanzarse en una de estas dos direcciones: o bien abren un nuevo camino inexplorado en el que son únicas, o bien destacan por ofrecer algo diferente en un nicho en el que ya existen competidores. Ni en el primer caso ni el segundo es inteligente subestimar a otras compañías del sector.
Dormirse en los laureles puede traer consecuencias. La aparición de nuevos competidores puede poner en riesgo su crecimiento y la ganancia de clientes, mientras que, subestimar al resto de empresas del sector, puede cegar a los emprendedores ante la posibilidad de que estas pisen el acelerador en un momento dado o cambien de estrategia y acaben ganándole la carrera.
7. NO CONVENZAS A LOS CLIENTES, DALES LO QUE QUIEREN
Cuando un emprendedor adora su idea de negocio, a menudo se dan dos situaciones que no benefician para nada al desarrollo del proyecto. A menudo, los fundadores de una startup dedican todos sus esfuerzos a desarrollar su producto sin pararse a pensar en conseguir clientes ni seducirles. Por el contrario, creen en el mito de que estos acudirán por sí solos.
Sin embargo, en ocasiones es necesario enseñar y convencer, educar a los potenciales clientes desplegando campañas de promoción. Eso sí, sin hacer esfuerzos sobrehumanos. Porque también hay que escucharles a ellos: conocer al target y sus necesidades permite a los responsables de un proyecto adaptar el producto o servicio para satisfacerlas.
8. LA PERSISTENCIA NO SIEMPRE TRAE BUENOS RESULTADOS
Un emprendedor puede poner todo su esfuerzo y dedicar todo el tiempo del mundo a su proyecto, pero, desgraciadamente, que la entrega dará sus frutos sí o sí es un mito.
Aunque la determinación y el trabajo duro contribuyen, sin duda, a impulsar el proyecto y ayudar al equipo a alcanzar los objetivos, trabajar en aumentar la eficiencia y aprender de los errores (propios y de otros) puede llegar a ser igual o más útil.
9. NO SOLO NECESITAS DINERO
Claro que el funcionamiento del ecosistema de las startups se basa en la captación de capital externo. Pero esto no significa que solo importe el dinero y atraer a los inversores. Si los emprendedores se plantean como único objetivo seducir a quienes tienen los bolsillos llenos, corren el riesgo de dejar atrás otros factores relevantes para el desarrollo de la empresa y su verdadera madurez, como conseguir clientes o ser verdaderamente rentables.
A veces, la clave no está en conseguir más y más financiación, sino en saber gestionar el dinero del que se dispone para sacarle el máximo provecho y complementarlo con los beneficios de la propia compañía. Las rondas más grandes también implican mayores responsabilidades y compromisos con unos inversores que buscan rentabilidad.
10. CUIDA LOS CONTACTOS Y LAS RELACIONES
Otro mito habitual relacionado con la consideración del dinero como el centro de la empresa, es la subestimación de las relaciones con inversores y otros profesionales del sector con los recursos adecuados. A veces, estar en el lugar correcto en el momento indicado puede marcar la diferencia entre conseguir o no un objetivo. Si bien el dinero acaba agotándose, la reputación dura mucho más tiempo.
Es lógico que los emprendedores empiecen con ilusión y grandes esperanzas pero, no hay que pasarse de optimistas. Hay que intentar no caer en estos tópicos para que la startup no se lleve un batacazo.
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