8 fases por las que va a pasar tu startup (y cómo sobrevivir a ellas)
Categorías: Startups
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Sé sincero: ¿cuántos artículos, charlas, vídeos motivadores y libros con la receta para el éxito has llegado a consultar? Seguramente más de los que te gustaría reconocer, ¿verdad?
Porque, hombre, siempre puede ser interesante consultar las recetas que otras personas consideran idóneas para alcanzar cierto éxito en tu carrera emprendedora, pero, cuando llevas muchas consultadas, te das cuenta de que, dependiendo de quién hable, pueden recomendarte una cosa… o justo la contraria.
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Que si tienes que luchar por tu idea, que si lo que tienes que hacer es pivotar, que si economices lo más posible, que si no temas perder dinero al principio, que si vete a una aceleradora, que si no pierdas el tiempo con eso, que si busques financiación cuanto antes, que si evites meter dinero externo hasta que sea inevitable…
Al final, con tanta ida y venida de ideas, quizá debas tener en cuenta dos parámetros a la hora de aceptar según qué consejos:
- Tu propia situación. Lo sentimos, pero es muy probable que los consejos emprendedores de Steve Jobs o Bill Gates a ti no te sirvan absolutamente de nada… a menos que pretendas crear lo que ellos crearon. En serio, compartir frases del genio de Apple en tu muro de Facebook está muy bien si un día te levantas con déficit de motivación, pero quizá deberías ajustar el ímpetu a las metas que verdaderamente necesita alcanzar tu compañía.
- Criterio de autoridad. ¿Cuántas veces has ido a charlas en las que un señor con una labia impecable te da un decálogo del buen emprendedor… cuando él nunca ha montado ni un kiosko de pipas? Consejos emprendedores se nos pueden ocurrir a todos, pero quizá lo mejor sea fiarse de quien de verdad sepa un poco de esto.
Ahondando en estos dos aspectos, hoy te recomendamos una guía elaborada por alguien que sabe de esto: se trata de Paul Graham, fundador de YCombinator, una de las mejores aceleradoras de startups del mundo.
Graham habla a menudo de The Startup Curve o, dicho de otra manera, las ocho fases por las que va a pasar tu startup en su (posible) camino hacia el éxito. Son las siguientes:
1.- La idea del millón de dólares
Si tienes un cierto halo romántico, es probable que recuerdes el día que saltaste de la silla al grito de ‘¡Eureka!’. Ese momento, justo ese momento en el que, tras darle muchas vueltas o a la cabeza, por pura casualidad o en un arrebato de genialidad, de repente lo viste claro y la idea emprendedora se instaló en tu cabeza y plantó los muebles en ella.
Vale, seguramente eso nunca sucedió así del todo, pero en todo proceso creativo en torno a tu negocio, seguro que hubo un momento de inflexión, y es ese momento al que alude Graham. El momento en el que ves todo medianamente claro y decides tirar para adelante. El mejor momento, qué duda cabe.
2.- La cruda realidad
Cuando la idea se instaló en tu cabeza, lo viste claro: tu servicio/producto no sólo es único, genial e innovador, sino que todo el mundo querrá usarlo, querrá recomendarlo, querrá pagar por él, las televisiones querrán entrevistarte… vamos, que te lo quitarán de las manos sin que tengas que gastarte ni un solo duro en marketing, ¿verdad?
Seguro que ya sabes la respuesta: no. Al final, la realidad acaba siendo bien distinta: tu idea te gusta a ti, a tus socios… y poco más. Tus amigos la han probado por empatía, pero ya se han ido. Los usuarios no llegan, los clientes no parecen interesados y los inversores no están del todo convencidos. La única convencida es tu madre, que no sabe muy bien qué estás haciendo exactamente, pero se lo recomienda a todo el que se cruza. Pero ni por esas.
3.- Depresión
Y claro, ahí llega el bajonazo. ¿Por qué nadie usa lo que has creado? ¿Por qué a casi nadie le interesa? ¿Por qué no estás triunfando, si en su momento lo viste todo clarísimo y era evidente que lo ibas a petar a lo grande?
Oye, ¿no será que tu idea del millón de dólares al final, como mucho, vale 10 euros? ¿No será que te has dejado llevar por el entusiasmo y resulta que has creado algo total y absolutamente inútil? Va, no te vengas abajo aún. Vamos a intentar remontar, ¿vale?
4.- Análisis y diagnóstico
Venga, manos a la obra. Empecemos por el principio: ¿por qué nadie está usando lo que has creado? ¿Por qué parece no interesarles si estaba convencido de que les salvaría la vida?
Lo primero que debes hacer es un estudio de mercado y un análisis. Y toda esta tarea no tiene por qué consistir (sólo) en preguntarles a tus clientes ni usuarios, ya que muchas veces ni nosotros mismos sabemos qué es lo que nos gusta ni qué es lo que más vamos a usar. Nuestra opinión puede ser vinculante, pero nunca decisiva.
Por ello, intenta analizar de la manera más objetiva y científica posible por qué no estamos usando a todas horas la herramienta tan fantástica que has creado. De hecho, párate también a repensar si verdaderamente es tan maravillosa. ¿No lo es? En ese caso, ¿cómo puedes mejorarla? ¿Sí lo es? En ese caso, ¿has invertido lo suficiente en hacérsela llegar al mundo? E incluso si has hecho eso, ¿has sabido convencernos de su utilidad? Estas (y otras muchas) preguntas formarán parte de tu etapa de análisis y diagnóstico.
5.- ¿Se puede caer más bajo? Sí…
Vale, ya has hecho las mejoras que creías idóneas, has vuelto a creer en ti mismo y, en definitiva, estás dispuesto a petarlo tras superar tu primer bajón. Lanzas el producto… y nada. Sigue sin interesar.
¿Se puede saber qué narices está pasando? Pensabas que lo peor ya había pasado, pero, ay, amigo, resulta que el hoyo podía ser mucho más profundo de lo que te imaginabas. Vale, el primer error podría caber en tus esquemas porque te dejaste llevar por el optimismo, pero ahora ya habías perfilado todo, ¿no? ¿No debería ser este el momento de que las cosas empezasen a ir bien?
Al final, te haces la pregunta que estabas temiendo: oye, ¿no será la hora de hacer las maletas y volverse a casa? Si definitivamente no lo ves claro, quizá sí.
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Pero va, no te hundas del todo. Vamos a ver si aún hay posibilidad de salir del hoyo, ¿vale?
6.- Un (minúsculo) rayito de esperanza
Volvamos a ser razonables. ¿Ha fracasado todo (y absolutamente TODO) en tu producto? ¿O sólo algunas cosas? De todo lo que has hecho, ¿hay algo que realmente haya funcionado?
Oye, pues quizá sí, ¿no? Quizá, más allá de la empatía, haya alguna cosa que sí esté yendo bien. A lo mejor tu producto no funciona en todo el mundo, pero sí en regiones localizadas, o a lo mejor sí interesa a los usuarios de una edad determinada, o de un sector profesional determinado… Entonces, ¿nos agarramos a eso? Si hay alguna cosa que ha funcionado, ¿qué tal si nos agarramos a ella y seguimos tirando por ahí?
7.- Las piezas empiezan a encajar
Vaya, pues resulta que algunas cosas sí han ido funcionando, ¿no? Te centraste en lo que iba bien y, poco a poco, pudiste ir potenciando esas fortalezas.
Ahora, con el objetivo más centrado (y sobre todo más definido), parece que las cosas empiezan a ir bastante bien. Ya tienes una masa de usuarios relevantes, o tienes clientes, o tienes ingresos, o tienes inversores… En definitiva: las piezas han empezado a encajar, tu negocio está siendo aceptado por el mercado y, al fin, todo empieza a cuajar.
8.- ¡Victoria!
Ahora sí que sí: ¡lo has petado! Bueno, quizá no tanto, pero lo cierto es que, después de tanto esfuerzo, al final has conseguido encajar en el mercado y conseguir que lo que empezó siendo una idea haya acabado siendo lo que querías que fuese: un verdadero negocio.
Ahora que ya has conquistado tu nicho, ¿qué tal si intentas expandirlo? ¡Suerte! ;-)
Infografía: Rabbot.co.