Cómo la mala prensa puede tumbar una ‘startup’ incluso antes de que vea la luz

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Era el “experimento social definitivo”, según sus creadoras. Para ellas, estábamos ante “la app de positividad más grande del mundo”. Sin embargo, en las semanas previas al lanzamiento de Peeple, lo positivo ha brillado por su ausencia y el verdadero experimento social ha sido el que han protagonizado Nicole McCullogh y Julie Cordray desde que el mismísimo Washington Post dijera de la aplicación que es el “Yelp para personas”.

Efectivamente, el concepto que hay detrás de Peeple no se diferencia mucho del de la plataforma de valoración de establecimientos gastronómicos. La herramienta permitiría puntuar, con entre una y cinco estrellas, a nuestros contactos de Facebook en tres aspectos: personal, profesional y amoroso.

La ruta empresarial seguida por McCullogh y Cordray parecía impecable: habían logrado más de 400.000 dólares (más de 360.000 euros) en una ronda de financiación temprana, habían desmenuzado el proceso de creación de la app paso por paso en su canal de YouTube y, antes siquiera de salir a la luz, ya habían logrado que la plataforma estuviera valorada en más de 7 millones de dólares (más de 6,5 millones de euros). Pero algo falló en la comunicación y todo se fue al traste.

peeple

La idea de que cualquiera nos pueda poner nota provocó una polémica totalmente comprensible. Esta aplicación suponía despedirse de la poca privacidad que nos quedaba al someternos a un juicio público y constante en el que, a buen seguro, las críticas negativas no iban a faltar. La prensa no tardó en subrayar este hecho y algunos usuarios de redes sociales como Twitter echaron más leña al fuego:

El revuelo fue tal que las fundadoras de Peeple decidieron cerrar por un tiempo las redes sociales de la plataforma, así como la página web de la app. No en vano, las críticas hacia Peeple habían ido desde la inocente observación que señalaba que terminaría siendo “una plataforma en la que puedes perpetuar abiertamente el ciberacoso y el bullying hasta las reacciones más agresivas: varios internautas decidieron que McCulloggh y Cordray debían probar de su propia medicina y publicaron datos personales como los kilos que pesaron al nacer, información sobre sus familiares y amigos o incluso sus direcciones para “cualquiera que esté dispuesto a matarlas”. El caos vivido durante esos mediáticos días por las confundadoras de Peeple también fue recogido en vídeo.

Y todo sucedió sin que la aplicación hubiese llegado a ver la luz. Si bien las emprendedoras aseguran que ya había sido testada, Peeple no tenía prevista su llegada a los dispositivos iOS hasta noviembre. Sin embargo, la presión social hizo que tanto la plataforma como sus creadoras desaparecieran de la faz de la tierra durante un tiempo. Una mala gestión del proyecto desembocó en una mala prensa que amenazaba, de pronto, su mera existencia. Todo parecía destruido por el ruido mediático.

“Pasé de ser una desconocida empresaria canadiense de 34 años a convertirme involuntariamente en trending topic en Facebook y Twitter en menos de 24 horas. Me gustaría poder decir que fue algo positivo, pero no fue así“, explicó unas semanas después Cordray en una publicación en LinkedIn.

“Me gustaría poder decir que fue algo positivo, pero no fue así” Julie Cordray, cofundadora de Peeple

Así, esta pareja de emprendedoras decidió dar un paso atrás para replantear el proyecto. Si bien la gestión de la comunicación dejó mucho que desear y el testeo de la aplicación fue claramente deficiente al no tener en cuenta las posibles reacciones de los usuarios potenciales y la prensa, Cordray y McCulloggh han tratado de enderezar el rumbo para no enterrar Peeple antes de que nazca.

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“No estarás en nuestra plataforma sin tu permiso explícito”, explica Cordray en LinkedIn. Ese es el principal cambio de la app, en la que ya no estará todo el mundo juzgando y puntuando a diestro y siniestro a cualquiera. De hecho, el sistema de valoración también cambia: esa horquilla que iba desde una estrella hasta cinco se verá sustituida por recomendaciones al más puro estilo LinkedIn. Así, Peeple ha pasado de ser la aplicación para criticar a nuestros contactos que nunca existió a convertirse en una futura herramienta para hacerle la pelota a todo el mundo.

La propia Cordray explica que ningún comentario se mostrará si no es aprobado antes por el afectado. En su intento por salvar un proyecto denostado, las dos emprendedoras plantean ahora una herramienta bastante menos útil cuya valoración será probablemente muy inferior a esos siete millones de dólares que se manejaban en su momento.

Aunque las redes sociales de la app aún no han vuelto a la vida, Peeple ya vuelve a tener una web en la que los interesados pueden unirse a la lista de espera de una renovada herramienta que llegará, probablemente, durante las últimas semanas de noviembre.

“Nunca quisimos asustar a nadie, nunca lo hicimos para que la gente se sintiera amenazada. Peeple es para gente positiva” Julie Cordray, cofundadora de Peeple

“Nunca quisimos asustar a nadie, nunca lo hicimos para que la gente se sintiera amenazada. Peeple es para gente positiva”, explican ahora unas fundadoras que, seguramente, han aprendido una lección que ninguna startup debe olvidar: dar a conocer el proyecto mucho antes de que nazca puede ser peligroso, y no explicarlo bien podría ser mortal. Si esconderse y dar marcha atrás será la salvación para Peeple se verá dentro de poco, pero a buen seguro ya nada volverá a ser lo mismo.

Fotos: Peeple

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