La inversión de impacto: La rentabilidad no está reñida con la generación de impacto social

Categorías: Análisis Comunidad

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La inversión de impacto (invertir con doble rentabilidad: financiera y social) crece a buen ritmo. En el último informe de JP Morgan y GIIN que se publicó a mediados del año pasado ya se hablaba de una cifra de 60.000 millones invertidos en proyectos de impacto en todo el mundo. De esa cifra, Europa representa, según el estudio de EuroSif, escasamente el 35% y lamentablemente España no llegaría ni tan siquiera al 0,5% del total de Europa, muy por debajo del peso de su economía real. Aún así, la cosa está cambiando de manera acelerada. De hecho, actualmente, en España ya existen destacados players en todos los ámbitos necesarios para que la inversión de impacto vaya tomando altura: aceleradoras, fondos, comunidades de inversores, etc.


Informe-JP Morgan-GIIN

La palabra social no está bien vista en el mundo empresarial. Se asimila a gasto, a dinero no productivo y las empresas tienen que ser sostenibles y eficientes, y, por tanto, controlar mucho los gastos sociales. Sí que es verdad que desde hace unos años la responsabilidad social de las empresas ha cobrado fuerza y peso específico, pero muchas de ellas la siguen contemplando como una partida más de gasto de la cuenta de resultados.

Es verdad que frecuentemente más gasto social implica menos beneficio para la empresa, al menos, a corto plazo. Si subo los salarios de la gente me disminuye mi rentabilidad, si apoyo a una causa de mi entorno local, es dinero que no llega al bottom line. Incluso en las empresas sociales existe este dilema, Cristóbal Colón de La Fageda, una empresa láctica con personal discapacitado, lo planteaba en los siguientes términos:

“invierto en renovar las residencias de los chicos o en comprar unos contenedores para la leche”.

Es una visión que considera que si eres muy social, no puedes ser muy rentable.

Los proyectos “Impact First” que representan aproximadamente sólo el 30% de la totalidad de la denominada inversión de impacto, son aquellos donde suele existir una tensión entre rentabilidad financiera e impacto social, y la clave está en encontrar el equilibrio entre los dos. Se prioriza el impacto social dentro del límite de ser autosostenibles. Estos proyectos ofrecen rentabilidades bajas, por debajo de mercado, pero consiguen retornar el capital con alguna pequeña rentabilidad. No deja de ser una manera moderna de hacer filantropía.

No obstante, el 70% de la inversión de impacto es “Profit first” y se apuesta por proyectos con doble rentabilidad, financiera y social, en donde no hay ningún sacrificio en rentabilidad y riesgo respecto al mercado. Sus perspectivas en el mundo son enormes y se habla del nuevo capital riesgo del siglo XXI. Estas inversiones ponen su punto de mira en proyectos que ponen al mismo nivel el impacto social y la rentabilidad económica, normalmente porque no existe un “trade-off” entre los dos, sino todo lo contrario: a mayor rentabilidad, mayor impacto social. Estos proyectos son capaces de ofrecer rentabilidades de mercado, comparables con las de empresas “normales” de su sector, donde los retornos de los proyectos son tan o más rentables que los del mercado.

La buena notícia es que en España se empiezan a cerrar desde hace poco rondas de financiación en inversión de impacto. Por ejemplo, Ship2B, una aceleradora y fondo especializado en inversión de impacto cerró el año pasado 4 rondas de proyectos bastante diversos: Sylvestris (bosques), Things2Help (plataforma online para donaciones en especie), Delícies del Berguedá (yogures y lácticos gourmet) y Jump Math (metodología de parendizaje de las matemáticas).

Ship2B

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