El milagro chino: cómo el país de las imitaciones se ha convertido en una potencia innovadora
Categorías: Análisis
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Los estereotipos han hecho que todo lo que llega desde allí suene a copia. Además, la tecnología no tiene tampoco muy buena fama, y lo mejor que se fabrica en la potencia asiática, a ojos de muchos occidentales, son las piezas de los exclusivos dispositivos de Apple y compañía. Sin embargo, la realidad es bien distinta: China está viviendo toda una revolución tecnológica y empresarial.
Lo cierto es que, hace una década, la innovación tecnológica en China brillaba por su ausencia. Si bien en el gigante asiático había casos de éxito, la mayoría no eran sino copias de verdaderas apuestas innovadoras que habían nacido a miles de kilómetros, en Silicon Valley.
Una de las claves de la transformación está en el progreso social del país. En el año 2000, apenas el 4% de la población era de clase media. Sin embargo, en 2012, dos de cada tres habitantes ingresaban anualmente entre 9.000 y 34.000 dólares (entre 8.000 y 30.000 euros al cambio actual), las cifras en las que suele enmarcarse este grupo social. Además, las estadísticas de la educación superior se han multiplicado por siete en los últimos años. El resultado de esta combinación no es otro que una generación creativa que ha dejado de temer a los riesgos.
De hecho, ahora en las ciudades hay inversores, emprendedores, aceleradoras de startups y todo un entramado que deja claro que algo ha cambiado en China. Así, los jóvenes de aquel país no sueñan ya con un puesto de trabajo en Google, sino con fundar el próximo Google.
Ahora en las ciudades hay inversores, emprendedores, aceleradoras de startups y todo un entramado que deja claro que algo ha cambiado en China.
La financiación también ha comenzado a fluir en el país. Los fondos de capital riesgo alcanzaron en China una cifra récord el año pasado: invirtieron más de 15.000 millones de dólares (cerca de 14.000 millones de euros) en empresas nuevas. Incluso el Gobierno chino creó un fondo de más de 6.000 millones de dólares (más de 5.000 millones de euros) destinado a nuevas empresas.
La tendencia no solo es clara sino que, además, está auspiciada por las autoridades, que ven en este nuevo ‘boom’ empresarial y tecnológico la oportunidad de seguir creciendo. Tanto es así que el primer ministro de China, Li Keqiang, ya explicaba el pasado año que la intención del Gobierno es “encender el impulso innovador de cientos de millones de personas”.
Como consecuencia de este mandato gubernamental, un sinfín de regiones chinas han creado áreas especiales de alta tecnología, algo así como los Silicon Valley chinos, donde los empresarios pueden disfrutar de internet a alta velocidad y obtener ayudas.
El dato es bastante significativo: en solo un año, las autoridades han aprobado la existencia de más de 120 de estas zonas empresariales de alta tecnología, donde esperan que la innovación surja para convertirse en el motor del país. Ahora, los esfuerzos locales no se centran en copiar más, sino en generar la mejor infraestructura para que nazcan empresas especializadas en nuevos materiales, ‘software’ y productos tecnológicos.
Un sinfín de regiones chinas han creado áreas especiales de alta tecnología, algo así como los Silicon Valley chinos
Parece que la tecnología ha sido el sector elegido para seguir creando empleo tras el crecimiento económico de las últimas décadas. Ejemplos de ello son el fabricante de móviles Xiaomi o el servicio de mensajería instantánea WeChat. Precisamente, el caso de Xiaomi es asombroso: ha llegado a ser la startup más valiosa y el cuarto fabricante de móviles con más ventas del planeta.
Tal es el crecimiento que incluso en Estados Unidos comienzan a sentir de cerca el aliento del gigante asiático: la inversión en ciencia y tecnología en China se acerca ya a la de Estados Unidos.
De hecho, según un informe reciente de las propias autoridades norteamericanas, el sudeste, el sur y el este de Asia acaparan el 40% de la inversión mundial en I+D, poniendo en riesgo el liderazgo estadounidense. En lo que a países se refiere, Estados Unidos recibe el 27% y China le sigue muy de cerca con el 20% de la inversión mundial.
Más allá de la propia innovación, otra de las claves empresariales chinas está en saber adaptar ciertos productos a las necesidades concretas del mercado asiático. Por ejemplo, si eBay fracasó en China porque muchas pequeñas y medianas empresas no tenían acceso a internet, Alibaba tuvo éxito porque comprendió esta carencia de vendedores y creó un mercado propio. Además, con Alipay generó la confianza que PayPal no supo dar: solo cobra cuando el comprador ya ha indicado que el paquete llegó correctamente.
Otro de los grandes nombres de esta oleada tecnológica es Meituan, una plataforma que permite a los empresarios ofrecer descuentos a sus compradores más cercanos, al más puro estilo Groupon. Una vez más, este aparente clon tiene las características necesarias para ser un éxito en China: el margen de beneficio para Meituan es mucho menor, dejando que los pequeños comerciantes se acerquen a la plataforma y publiquen más ofertas.
Pero la innovación va mucho más allá de la simple adaptación de herramientas occidentales. Meituan, por ejemplo, evolucionó y creó un sistema peculiar de venta de entradas que ahora es indispensable en China: uno de cada tres pases de cine se venden a través de la web.
Estas y otras empresas que adaptaron herramientas occidentales a su propio mercado son las que crearon la infraestructura y pusieron las primeras piedras de la internet empresarial china. Si bien mostraban todavía cierta falta de creatividad, a estas pioneras se les debe el auge de la tecnología en China a día de hoy.
Ahora se está viviendo una segunda ola tecnológica que no solo tiene que ver con la electrónica. La industria tecnológica china (que ya representa el 27% de la producción mundial), también ha visto un crecimiento de las fábricas aeroespaciales y la ingeniería médica, entre otros sectores. Una vez más, la respuesta se encuentra en el tejido social: entre 2000 y 2012, el número de grados de ciencia e ingeniería aumentó en un 300%.
De esta forma, la China del año 2016 parece tener poco que ver con ese país experto en copiar que muchos siguen teniendo en la cabeza. Ahora cuenta con una sólida e innovadora industria tecnológica que bien podría hacer temblar pronto a los gigantes de Occidente.
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FOTO: Lori Branham