El nuevo paraíso de los inversores: Oriente Medio, de los petrodólares a las ‘startups’
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En el actual contexto internacional, la idea que muchos ciudadanos se hacen de Oriente Medio es muy distinta a la imagen que tienen muchos inversores en la cabeza. Al tiempo que la mayoría imagina un escenario con multitud de conflictos y vinculado empresarialmente a los petrodólares, en aquella región despegan centenares de startups tecnológicas que en 2015 consiguieron la atención y los recursos de importantes fondos de inversión de distintas partes del mundo. Ni norteamericanos ni europeos han querido dejar pasar la oportunidad de sumarse al despegue de este nuevo ecosistema emprendedor.
Desde Egipto hasta Kuwait, pasando por algunos territorios de los Emiratos Árabes Unidos, se han asentado los cimientos necesarios para el desarrollo de nuevas propuestas empresariales. Sin duda, uno de los factores clave ha sido el desembarco de business angels en la región, que otorgan mayor credibilidad a los proyectos e incrementan sus posibilidades de éxito.
Así lo demuestra un informe elaborado por un grupo de expertos de la Harvard Business School que analizó las apuestas de 13 angel groups en 21 países para constatar que las posibilidades de triunfo se incrementan del 10 al 17 % cuando estas inversiones en las fases iniciales se realizan fuera de Estados Unidos. Según explican los autores del informe, este hito reporta a las startups una credibilidad que les permite seguir encontrando financiación en las siguientes fases del proyecto.
Otro factor esencial para entender esta tendencia en Oriente Medio es que las nuevas compañías pueden convertirse en la puerta de entrada para que grandes corporaciones internacionales aterricen en estos países. Si un gigante tecnológico como Amazon quisiera desembarcar en la región, una de sus mejores opciones sería adquirir una startup ya asentada en el terreno.
“Las nuevas compañías pueden convertirse en la puerta de entrada para que grandes corporaciones internacionales aterricen en estos países.”
Aunque no existen dudas en lo que a un posible exit se refiere (de hecho, los emprendedores de Oriente Medio parecen especializados en vender sus empresas), sí hay alguna diferencia sustancial respecto al modo en que han crecido y se han desarrollado otros núcleos tecnológicos, con Silicon Valley como máximo exponente. Quizá lo más destacado es que los fundadores de la región no suelen ofrecer a sus trabajadores un porcentaje de la empresa. Tampoco tienen sus aportaciones demasiado en cuenta al definir la visión de la compañía o tomar las decisiones relevantes. Quien ha conocido algunos casos de éxito en este incipiente escenario empresarial afirma que los emprendedores carecen de esta cultura.
Las circunstancias de esta región son muy diferentes a las de otros enclaves donde se fragua el futuro de la tecnología, como la bahía de San Francisco, Berlín o Londres. Las diferencias culturales son relevantes, pero no han impedido que un buen número de compañías hayan logrado superar las primeras etapas de desarrollo empresarial para continuar hacia segundas y terceras rondas de inversión que permiten completar sus expectativas.
Una de las startups que cerró una ronda de 11 millones de dólares (casi 10 millones de euros) a finales de 2015 fue Fletchr, una aplicación de e-commerce con sede en Dubai. Esta financiación llegó directamente de Estados Unidos. También desde allí, en junio, un grupo de inversores comandados por New Enterprise Associates realizaron otra aportación de capital riesgo para esta compañía.
Resulta llamativo ver cómo en su vídeo de presentación hablan del “Silicon Valley de Oriente Medio” mientras deslizan mensajes políticos que poco tienen que ver con la iniciativa. Sin ir más lejos, su cofundadora, Joy Aljouny, aparece con una camiseta en la que puede leerse I love Palestina.
En una etapa más avanzada, la plataforma pakistaní para buscar empleo Naseeb Networks levantó una ronda de 6,5 millones de dólares (5,8 millones de euros) procedentes de la firma Vostok New Ventures, con sede en Estocolmo, y la londinense Piton Capital. Esta compañía que dio sus primeros pasos en 2005, matriz de las plataformas Rozee (también en Pakistán) y Mihnati (en Arabia Saudí) ya ha alcanzado su tercera fase de inversión.
Piton CapitalVostok New Ventures
El caso más reciente y exitoso de una startup surgida al calor de este nuevo escenario empresarial es Souq, el autodenominado “Amazon de Oriente Medio”. El pasado mes de febrero, esta compañía levantó una ronda de financiación de 275 millones de dólares (algo más de 246 millones de euros) procedentes de Tiger, un fondo de inversión estadounidense.
Más allá de los millones llegados de Norteamérica y el Viejo Continente, otras tantas compañías han conseguido la financiación necesaria para seguir adelante gracias a los inversores de la región, tradicionalmente vinculados (al menos en el imaginario colectivo occidental) al negocio del petróleo. Tanto el sitio de predicción meteorológica Arabia Weather como JadoPado, otra plataforma de e-commerce, se han sabido ganar la confianza y los recursos de diversos fondos de Dubai, el mismo país en que han surgido.
El nuevo panorama empresarial que está surgiendo en Oriente Medio podría fomentar un necesario cambio en la imagen que tenemos de la región. Sin duda los gigantes tecnológicos estadounidenses, europeos y asiáticos no perderán detalle de la evolución de las startups que allí han surgido para utilizarlas como puerta de entrada a estos mercados. A los petrodólores les ha salido competencia. Ahora verán como estas plataformas y apps les hacen sombra replicando la fórmula de éxito que ha dado ya sus frutos en Occidente.
Fotos: Maher Najm, Keith Parker y Souq
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